Tras una redada policial de niños de la calle, Pixote (Fernando Ramos da Silva) un niño de 10 años es enviado a un reformatorio de menores (FEBEM). La prisión es una escuela infernal en la que Pixote utiliza la inhalación de pegamento como medio de escape emocional ante las constantes amenazas de abuso y violación.

Pronto queda claro que los jóvenes delincuentes son sólo peones en los juegos criminales y sádicos de los guardias de la prisión y su comandante.

Cuando un chico muere a causa de los abusos físicos de los guardias, los funcionarios inculpan (y finalmente matan) al amante de la mujer trans conocida como Lilica (Jorge Julião) por el asesinato.

Poco después, Pixote, su amigo Chico (Edílson Lino), Lilica y su nuevo amante Dito (Gilberto Moura) encuentran la oportunidad de huir de la prisión. Primero se alojan en el apartamento de Cristal (Tony Tornado), un antiguo amante de Lilica, pero cuando surgen tensiones se van a Río por un negocio de cocaína; allí, sin embargo, son engañados por la corista Débora (Elke Maravilha).

Después de un tiempo de vagabundeo por la ciudad, Pixote y sus amigos van a un club para hacer otro negocio de drogas. Allí, Pixote encuentra a Débora y la apuñala.

Se convierten en proxenetas de la prostituta Sueli (Marília Pêra), que ya ha pasado su mejor momento y está enferma, posiblemente por un aborto fallido. El grupo conspira para robar a sus clientes, pero cuando el amante de Lilica, Dito, se enamora de Sueli, Lilica se marcha. El plan de robo fracasa cuando un cliente americano se defiende (porque aparentemente no entiende el portugués) y tienen que dispararle. En la pelea subsiguiente, Pixote dispara accidentalmente y mata también a Dito.

Pixote intenta obtener el consuelo de Sueli, tratándola como una figura materna al chuparle el pecho, pero ella lo rechaza por asco. Se marcha y se le ve caminando por una vía férrea, pistola en mano, alejándose de la cámara, y su figura desaparece en la distancia, fuera de la vista de la cámara.