Tae-yul, el mejor espadachín de Joseon que sirve al rey Gwanghaegun como su guardaespaldas, se niega a unirse a una rebelión de los altos cargos del rey, que le consideran demasiado débil para liderar la nación contra los invasores extranjeros. Uno de los líderes de la rebelión, Min Seung-ho, le reta a un duelo, durante el cual la espada de Tae-yul se rompe y fragmentos de metal le atraviesan los ojos. El rey detiene personalmente el duelo, declarando que abdicará del trono, y libera a Tae-yul de su servicio.

Años después, un Tae-yul más viejo vive ahora con su hija adolescente, Tae-ok. Los dos viven y trabajan como tramperos, pero Tae-ok está cada vez más frustrada por la negativa de su padre a dejarla experimentar la vida fuera de su hogar en las montañas; Tae-yul replica que el mundo es mucho más peligroso de lo que ella entiende y que él sólo quiere protegerla. Las heridas de Tae-yul han empeorado y un monje local le advierte a Tae-ok que, a menos que se trate los ojos con hierbas especiales, se quedará completamente ciego en pocos días. El monje le envía al comerciante Hwa Seon, pero éste le revela que las hierbas son demasiado caras y que sólo están disponibles para los que tienen conexiones políticas.

La corte real de Joseon recibe la visita de Gurutai, un pariente del emperador Qing que se ha enriquecido esclavizando y vendiendo cautivos tomados durante la reciente invasión Qing de Joseon. Con su nación ya sufriendo bajo el corrupto gobierno de los Qing, el rey y sus consejeros temen que Gurutai pronto les obligue a entregar a sus propios hijos como "tributos" a los nobles Qing. Lee Mok-yo, un respetado miembro de la corte, decide escribir una petición al rey para que empiece a resistirse abiertamente a los Qing y a sus exigencias. También pide ayuda a Seon para encontrar una joven que cuide de su anciana madre; Seon le recomienda a Tae-ok, que está entusiasmada con la perspectiva de ser adoptada por una familia rica y de ganarse las hierbas que su padre necesita.

Los hombres de Gurutai acosan a Seon y a sus trabajadores, y Tae-yul, usando sólo su bastón, se defiende de ellos cuando amenazan a Tae-ok. Esa misma noche, Tae-ok se dirige a la finca de Lee, donde Gurutai y su séquito personal de asesinos no tardan en tender una emboscada, matando a todos los sirvientes de Lee y tomando a su hija y a Tae-ok como rehenes. Tae-yul se entera del secuestro de su hija cuando sobrevive a un atentado contra su vida, y luego salva a Seon de un ataque de represalia por parte de un esclavista Qing. Localiza el principal campamento de esclavos utilizado por Gurutai y lo quema hasta los cimientos después de masacrar a los guardias y liberar a los cautivos del interior. Un único superviviente accede a llevarle al recinto privado de Gurutai.

Lee, al frente de una fuerza de guardias reales, intenta rescatar a su hija, pero ve impotente cómo sus hombres son abatidos por los fusileros Qing. Tae-yul aparece y mata no sólo a toda la compañía de fusileros sino también a los asesinos de Gurutai. Finalmente, se derrumba por agotamiento y es rescatado por Lee y Seon, que le administran las hierbas. Seon le confiesa a Tae-yul que, de todas formas, se quedará ciego y no podrá luchar. Cuando queda poco tiempo, Tae-yul se enfrenta a Min, ahora empleado de Gurutai tras traicionar a Lee por el asco que le produce su forma de actuar.

Tras un breve duelo, Tae-yul obliga a Min a ceder, momento en el que Gurutai le corta el cuello por haber perdido. Los dos hombres se enfrentan en una batalla final, en la que Gurutai ordena a su amante que sujete a Tae-ok a punta de cuchillo y un enviado Qing observa el duelo. Gurutai tiene inicialmente la ventaja, pero Tae-yul consigue apuñalar a su señora en el cuello, salvando a Tae-ok, antes de desarmar y empalar a Gurutai con su espada. El enviado impide que sus guardias interfieran, permitiendo que Tae-ok y los demás esclavos queden libres. Tae-yul abraza a su hija mientras se queda ciego lentamente.

Un flashback revela que Tae-ok no es la hija biológica de Tae-yul, sino la única hija del rey Gwanghaegun; el rey encargó a Tae-yul que la criara como si fuera su propia hija para que tuviera una razón para vivir. La película termina con Tae-yul y Tae-ok bajando lentamente de la montaña, con Tae-yul declarando que está listo para ver el resto del mundo.